MUESTRA 6. SERGIO DE MILÁN: UN CASO IRRESOLUBLE DE ANOMALÍA CRÓNICA
Sergio de Milán, durante sus períodos de encierro involuntario en la clínica del Dr. Ladrenbuffen, procesa maltrato y psicofármacos en el trapiche tortuoso de su sensibilidad, brindando a su hipotético público entusiasta obras como La normalidad establecida, Colonialismo y medicación o Internación y cabos sueltos, consistentes en una colección de chistes de mal gusto, balbuceos penosos y divagaciones que empujan el lenguaje hasta la completa extinción de todas las posibles significaciones. En cambio, en sus internaciones voluntarias solo reescribe, replantea e incluso reformula su interminable Las escabrosas relaciones entre el encierro y la soltura (textos explícitos), cuyos fragmentos desencajados suele recitar por los pasillos integrando lamentables espectáculos. Mis Harapos prepara la edición de "La clínica del Dr. Ladrenbuffen", con textos de su autor realizados al margen de sus obras anteriores y al seno de la misma. Hoy presentamos, anticipando a los inéditos, uno de esos textos que dijimos:
DÁNDOME CUERDA
Concuerdo con el
loco embutido en mi cerebro
que llora por lo
bajo sus pobres intenciones
de tráficos
inciertos y excesos de templanza
bordeando los
intensos gozares incestuosos.
Me saco lo que
tengo para ponerme loco
y garpo de dorapa
la yapa que me inquieta.
Me tieso en el
asombro de espíritus palpables.
Me aflojo en la
tremenda precisa imperceptible.
Y voy como de
taco riendo en los barrancos,
pisando los
telares de tucas y de zambas
que añoran lo que
venga con tal de hacerse sangre
y estarse medio
en comba esquivando diagonales.
La lanza de un
murmullo se estrola en bajo fondo
queriendo
acontecer en significaciones
que doblan sus
aprestos derechas a sus fines
saltando los
umbrales cual niña con zoquetes.
No voy a
resignarme al verbo que postula
blandiendo en los
altares incrédulas burbujas
en gestos sin su
tono y ojos sin su brillo
o en cúpulas de
miedo que ostentan su valía
o en los
entarimados que exigen jerarquía
o en todos esos
sitios que surcan lo vacío
llenando con su
ausencia los colmos de su lata.
Sino que me
derrito y andá a decirme algo.
Al suponerme
cuerdo transpiro anomalías
que zarpan sus
espuelas en chispas de andurriales.
Los zócalos del
tiempo me tienen sin cuidado.
Las máculas
sotretas me fajan a biabazos.
Al inventarme
tordo me voy contra corduras
que miran por su
cuenta sin percibir un pito.
La clínica del
orto me cuida sin sentidos.
Y siento que la
cosa se va poniendo crónica.
Si pianto de
querusa me junan las corvinas.
Si intento una
Isolina me soplan las merluzas.
Mejor me voy
rodeando por si me desemboco
mordiendo los
bozales del límite insidioso.
La parte de la
célula que me anda medio loca
está en el
cerebelo del lado de las píldoras.
¡Y yo que me
retobo escupiendo al firmamento!
A vomitar me
inclino en la cima de mojado.
Las redes de mis
síntomas explotan sus sinapsis
lidiando con la
lógica del fármaco entrenado.
Yo tengo dos
sistemas según a dónde mire:
uno hecho de
neuronas y el otro de mandatos.
Me siento una
galaxia que se pasó en el bondi
y fue a la nada
misma mientras que el universo
se puso como
quieto y encima se contrajo.
Soy eso que no
existe, del lado que no toca.
A veces me
devuelvo pintándome a mí mismo.
A veces me
sustraigo del ser que me aparenta.
A veces no
presiento más tacto que la esencia.
A veces es un
ritmo que sale de lo eterno.
Y lo demás no
importa ni la carcasa mínima.
Dejame andar
parando si apuro fijaciones
o introducirme al
vértigo del salto en el abismo
cuando me soy lo
idéntico con todas intenciones.
Dejame sin tu
látigo monótono y doméstico
atribularme al
toque sintiendo lo que cuadra.
Dejame sin
cuidados a salvo de tus métodos.
¡A ver si me
agarrás… cuando me sienta en serio!
Pabellón C, 4º baldosa desde el lado de la calle y bastante alrededor del otro lado, 13/3/2019
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